
Opinión
Un patrimonio de la democracia
Afortunadamente para la democracia colombiana, tenemos unas fuerzas militares y de policía muy profesionales, pero dicho patrimonio no lo podemos despilfarrar por los sectarismos políticos, sean de derecha, centro o de izquierda.
Un patrimonio democrático muy importante que tenemos en Colombia es la existencia de nuestras fuerzas militares y de policía, las cuales están integradas por el Ejército Nacional de Colombia, creado el 23 de julio de 1810, a partir del batallón de voluntarios de la Guardia Nacional. Pero, en la vida real colombiana se conmemora su aniversario a partir del 7 de agosto de 1819, fecha en la que se selló la independencia de Colombia en la batalla de Boyacá. Las otras instituciones son: la Policía Nacional, que se creó el 5 de noviembre de 1891; la Armada Nacional, que fundada el 17 de septiembre de 1810 y la Fuerza Aeroespacial, que se originó el 31 de diciembre de 1918. En su conjunto, suman aproximadamente 478.200 personas activas, las cuales están distribuidas así: Ejército, 223.150; Policía, 185.000; Armada, 56.400, y Fuerza Aeroespacial, 13.650.
Anoto como hecho positivo en materia democrática que en cada una de ellas existe una escuela y carrera profesional, a la cual se ingresa por el sistema de méritos, lo que ha permitido en el tiempo que numerosas personas que ocupan cargos de oficiales y suboficiales sean de origen humilde, de sectores medios de la población que, además, con mucho esfuerzo personal han logrado estudiar carreras profesionales en universidades públicas o privadas; entre estos, miles de mujeres que con sus méritos institucionales hoy ocupan importantes cargos de responsabilidad en las fuerzas militares y de policía.
De modo que cuando nos llegan las noticias de que varios soldados y policías han sido emboscados, asesinados, desaparecidos, secuestrados por los diversos grupos armados ilegales, muchos de ellos relacionados con el narcotráfico, nos deben llenar de tristeza y de dolor. Mucho más cuando sabemos las condiciones tan duras que tienen que vivir y soportar en la lucha contra las diversas actividades de los grupos armados ilegales, tal como ha sucedido recientemente en algunas regiones agrarias del departamento del Cauca y en la región del Catatumbo.
Esa dolorosa realidad es la que nos tiene que llevar a todos, y en especial a quienes más responsabilidad tienen a nivel estatal, social o político, a tener en cuenta que en la vida de los seres humanos no todo vale y que tenemos que contribuir a enseñar con nuestro propio ejemplo de vida, como también a desarmar la palabra, a dialogar más y descalificarnos menos, pero ante todo a que todas las personas tengamos nortes éticos como la cero tolerancia con la corrupción, el despilfarro, la mentira, las desigualdades sociales y con los contaminadores ambientales.
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Afortunadamente para la democracia colombiana, tenemos unas fuerzas militares y de policía muy profesionales, pero dicho patrimonio no lo podemos despilfarrar por los sectarismos políticos, sean de derecha, centro o de izquierda. En esa perspectiva, me parece muy importante y oportuna la decisión tomada por el presidente Petro de nombrar al general Pedro Sánchez, de la Fuerza Aeroespacial, como ministro de Defensa, exigiéndole, de acuerdo con la Constitución Nacional, su renuncia previa como general para que volviera a su condición de persona civil. Esto, agregado a un buen y eficiente sistema de inteligencia, a una buena y oportuna colaboración ciudadana y ante todo al desarrollo de una cultura ciudadana en que lo importante en la vida es ser legal y que todo lo ilegal es contrario a la democracia y al derecho de la gente a vivir en paz y de manera reconciliada.
En ese camino es necesario destacar como un hecho positivo para el desarrollo económico y social de Colombia, la eficiente labor solidaria que ha venido cumpliendo el batallón de Ingenieros Agustín Codazzi en diversas zonas urbanas y rurales de Colombia, la cual se puede ver muy bien complementada si el Gobierno nacional, como respuesta eficaz a todas las manifestaciones de corrupción que se han presentado en la UNGRD, se decidiera —tal como ya sucede en España y en otros países europeos— a crear a partir de las fuerzas militares y de policía una división especial de solidaridad y atención de desastres, que dependiendo directamente del presidente de la República demuestre con hechos el espíritu solidario y abnegado de las fuerzas militares y de policía en momentos de dolor y angustias que vive la población durante los desastres naturales.