Opinión

Responsabilidad Social Empresarial en los tiempos Trump-Musk: ¿Idealismo o pragmatismo?

En el panorama actual, la Responsabilidad Social Empresarial (RSE) enfrenta un dilema: mientras algunos priorizan un enfoque pragmático centrado en la eficiencia, otros defienden una evolución que combine el beneficio económico con un impacto positivo y sostenible en la sociedad y el entorno.

Rocío Pachón
18 de marzo de 2025, 2:36 p. m.
La verdadera pregunta no es si la RSE es necesaria, sino cómo construir empresas que sean rentables y, al mismo tiempo, motor de cambio positivo para la sociedad.
La verdadera pregunta no es si la RSE es necesaria, sino cómo construir empresas que sean rentables y, al mismo tiempo, motor de cambio positivo para la sociedad. | Foto: 123rf

La Responsabilidad Social Empresarial (RSE) ha sido, durante décadas, un eje clave en la evolución de las empresas. La idea de que las compañías no solo deben generar utilidades, sino también contribuir al bienestar social y ambiental, ha impulsado múltiples iniciativas en sostenibilidad, ética corporativa y diversidad. Sin embargo, con el regreso de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos y el ascenso de figuras como Elon Musk como asesores influyentes en la política económica, el discurso en torno a la RSE podría experimentar un giro radical.

Para Trump y Musk, lo más importante en el mundo empresarial es la rentabilidad y la eficiencia. Desde su perspectiva, cualquier iniciativa que no genere utilidades inmediatas es una distracción del propósito central de los negocios. Este enfoque contrasta con el idealismo europeo, en el que la regulación y la presión social han llevado a que la RSE sea parte integral de las estrategias corporativas.

El pragmatismo empresarial de Trump y Musk

Bajo la administración Trump, es probable que las políticas públicas favorezcan un modelo de negocios centrado en la maximización de beneficios sobre cualquier otro objetivo. Esto podría traducirse en una reducción de regulaciones ambientales, incentivos fiscales para empresas que prioricen la eficiencia operativa y una menor presión gubernamental sobre temas como diversidad e inclusión.

Por su parte, Musk ha sido un defensor de la innovación sin restricciones, argumentando que el progreso tecnológico y económico deben primar sobre las preocupaciones sociales. Su liderazgo en empresas como Tesla, SpaceX y X (antes Twitter) ha demostrado que su enfoque se basa en la disrupción del mercado, sin preocuparse demasiado por lo “políticamente correcto”.

Ante este panorama, cabe preguntarse: ¿La RSE está en peligro o simplemente en proceso de transformación?

Más allá de los enfoques tradicionales, la evolución de la RSE no puede reducirse a una disyuntiva entre idealismo y pragmatismo. Su futuro debe equilibrar ambos principios, impulsando un modelo donde la responsabilidad social sea estratégica, medible y transformadora, no solo una herramienta de relaciones públicas ni un gasto sin retorno tangible.

La RSE del futuro: un modelo de impacto real

La nueva RSE no debe verse únicamente como un mecanismo de compensación o filantropía empresarial, sino como una estrategia integral que responda a tres dimensiones esenciales:

  1. Rentabilidad con propósito: La RSE debe alinearse con los objetivos de negocio, pero sin perder su impacto social. Inversiones en sostenibilidad, innovación social y bienestar de los empleados no deben ser un costo extra, sino una ventaja competitiva que genere valor en el mediano y largo plazo.
  2. Compromiso con el entorno: Las empresas no operan en el vacío; dependen de sus comunidades, empleados, consumidores y recursos naturales. La RSE del futuro debe enfocarse en crear ecosistemas empresariales sostenibles, donde la prosperidad de la empresa esté ligada al desarrollo del entorno donde opera.
  3. Transformación social sostenible: No basta con pequeñas iniciativas de caridad o medidas superficiales. La RSE debe contribuir a un cambio estructural, apoyando la construcción de paz, la inclusión social, la equidad de género y el desarrollo de tecnologías limpias, asegurando que el impacto positivo trascienda a las generaciones futuras.

Más allá del pragmatismo: la conciencia empresarial del siglo XXI

Si bien Trump y Musk han puesto el foco en la rentabilidad como eje central, lo que realmente necesita el mundo empresarial no es un retorno al capitalismo sin restricciones, sino un capitalismo consciente.

Este nuevo modelo empresarial reconoce que las empresas no existen solo para generar riqueza, sino para aportar al desarrollo sostenible de la sociedad. No se trata de filantropía ni de una carga impuesta, sino de una visión de negocios que entiende que el éxito a largo plazo solo es posible en un entorno estable, justo y próspero para todos.

El desafío: RSE como pilar de la competitividad global

El reto no está en abandonar la RSE en nombre de la rentabilidad, sino en evolucionarla hacia una responsabilidad social inteligente. Empresas que ignoren su impacto social y ambiental pueden ganar en el corto plazo, pero tarde o temprano enfrentarán crisis de reputación, pérdida de clientes y mayores regulaciones.

Por el contrario, aquellas que integren la RSE en su estrategia corporativa no solo sobrevivirán, sino que liderarán el futuro de los negocios. En ese orden, la verdadera pregunta no es si la RSE es necesaria, sino cómo construir empresas que sean rentables y, al mismo tiempo, motor de cambio positivo para la sociedad.

Rocío Pachón, experta en seguridad, estabilización territorial, construcción de paz y cooperación internacional.

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