Opinión
En lugar de cambio climático hablemos de acción climática
A pesar de que Colombia posee una de las mayores riquezas naturales del planeta, su vulnerabilidad frente al impacto ambiental es cada vez más latente. ¿Qué tal si empezamos con acciones en nuestras casas y organizaciones como crear energía y agua mediante tecnologías existentes?

Cuando escucho la palabra cambio siempre pienso en resiliencia. ¿Cuánto tiempo de resiliencia le quedará a nuestro país debido al cambio climático? Hemos visto cómo Colombia enfrenta una de las crisis ambientales más determinantes de su historia. Semanalmente son noticias las inundaciones, lluvias torrenciales, deslizamientos, sequías prolongadas, entre otras. Esta realidad palpable no solamente afecta a la población más vulnerable, sino que también impacta sobre la biodiversidad, la seguridad alimentaria, la disponibilidad de agua, energía y, por supuesto, en la economía.
A pesar de que Colombia posee una de las mayores riquezas naturales del planeta, su vulnerabilidad es cada vez más latente. Nuestro país aporta el 0,6% del total de las emisiones de efecto invernadero registradas a nivel mundial; sin embargo, el impacto del cambio climático en el territorio es mayor que el de las grandes economías contaminantes. La posición cerca de la línea del Ecuador nos hace muy vulnerables, dado que no estamos acostumbrados a variaciones extremas.
La escasez de agua en las fuentes hídricas, producto del aumento de la temperatura en la superficie del planeta, nos lleva a enfrentar situaciones como la crisis energética durante la década de los 90 que ocasionó el racionamiento; y la que vivimos actualmente en Bogotá con cortes del servicio como medida de ahorro obligatorio, mientras se nivelan los embalses.
A nivel de energía se especula una pronta crisis también, debido a que no hemos podido activar fuentes importantes que nos permitan aumentar la oferta. Es por esto que, muchas empresas están incluyendo este panorama en su matriz de riesgos. El fenómeno de El Niño ha intensificado las sequías en varias regiones, reduciendo la disponibilidad de agua para el consumo humano, la agricultura y la generación hidroeléctrica que representa más del 60% de la matriz energética del país.
Otro gran problema es la tala indiscriminada en la Amazonía y otras regiones que ha reducido la capacidad de los ecosistemas para capturar CO₂, agravando el problema del calentamiento global. Colombia pierde más de 100.000 hectáreas de bosque al año.
La crisis climática agudiza problemas de inequidad y vulnerabilidad social. Comunidades enteras sufren por la falta de acceso a agua potable y recursos básicos debido a la degradación ambiental. Si bien el panorama es desafiante, no pierdo la esperanza de que en nuestro país cada ciudadano se apropie de esta problemática y empiece a actuar.
Sumemos pequeñas acciones que cada día cuenten. Si desde la cotidianidad en casa y las organizaciones empezamos a actuar con acciones simples, seguro que lo lograremos. ¿Qué tal si empezamos por generar energía utilizando el sol y agua mediante tecnologías existentes? ¿Qué tal si todos los residuos orgánicos los convertimos en compost y en lugar de ver cómo el camión mezcla la basura, cada uno de nosotros la lleva al reciclaje?
Si en Colombia somos cincuenta millones de personas realizando estas pequeñas acciones, confío en que seríamos un modelo a seguir por grandes economías. Sueño que nos admiren y nos vean como aquellos agentes de cambio que realmente están dejando un legado de mayor salud, riqueza, impacto social y ambiental. Sueño con que nos protejamos unos a otros y que realmente nos convirtamos en la huerta del planeta. Sueño con que exportemos energía limpia y renovable para que nos apropiemos de la solución y actuemos frente al problema.
Alexa Oviedo, gerente general de O3 Smart Cities